jueves, 26 de mayo de 2011

Automedicación: cuando el remedio hace daño.


No es ninguna novedad que no nos debemos automedicar. Tampoco es nuevo que no debemos medicar a los bebés y niños. Pero en la práctica de todos los días, esto es moneda corriente.
Desde muy chiquititos, apenas días de vida, los niños son sometidos a medicaciones que no son efectivas, que en la mayoría de los casos son inútiles y que en varias oportunidades son peligrosas, o aún mortales. Medicamentos varios y tecitos de "yuyos" son enemigos en potencia, aunque parezcan una solución a alguna inquietud de los padres.

Cuales son las más frecuentes? depende de la edad.

En los recién nacidos, la simeticona (Factor AG) se lleva el primer lugar, seguido por los tecitos de yuyos varios (manzanilla, paico, anís estrellado). Se suelen dar por indicación de una vecina o una abuela (a veces, también un farmacéutico...) ante un bebé que llora mucho, asumiendo cólicos. Los tes, son EXTREMADAMENTE PELIGROSOS! Pueden provocar alteraciones hidroelectrolíticas severas, hasta convulsiones y trastornos neurológicos. La simeticona no es efectiva para los cólicos del lactante, y produce constipación.
Esta automedicación no tiene en cuenta que muchos bebés lloran por otras causas, a veces graves. Y los tes que tienen propiedades sedantes pueden enmascarar los síntomas hasta que sea muy tarde.

Los niños más grandes suelen ser automedicados con jarabes para la tos, antieméticos (para que no vomiten), anti diarreicos y, por supuesto, antibióticos.

Cuando hay un cuadro respiratorio con tos, un pediatra debe evaluar al niño y decidir si necesita medicación. Dar un antitusivo cuando el chiquito padece una bronquiolitis, un broncoespasmo o una neumonía es peligrosísimo.
La mayoría de las infecciones en los niños son virales (un 90%), por lo cual dar antibióticos no mejora el cuadro. Es común que la madre lleve al niño a la guardia, y como el pediatra "no le dio nada", pasa ella por la farmacia a comprar el antibiótico y el antitusivo.
El uso indiscriminado de antibióticos produce resistencia bacteriana, y cada vez en más difícil actuar contra las bacterias, necesitando antibióticos más potentes y más caros.

En los cuadros de vómitos y diarrea es común que los padres o cuidadores administren "reliverán" (metoclorpramida) a los niños. Esta sustancia en una de la que más intoxica a los niños en nuestro país, principalmente por dosis inapropiadas, ya que tiene acción sobre el sistema nervioso central (cerebro). También prolonga los días de dolor abdominal. Los anti diarreicos suelen no ser efectivos y alterar el funcionamiento intestinal.

Nunca se debe administrar medicación para el dolor abdominal, como sertal, buscapina, paratropina o similares. En los niños pueden enmascarar una apendicitis, haciendo que el diagnóstico sea tardío, en estadio de peritonitis o infección generalizada grave.

Resumiendo, el padre o cuidador que automedica a sus niños los está exponiendo a un grave riesgo, muchas veces de vida. Los niños no son adultos pequeños y no reaccionan igual ante la misma medicación. Tienen otra manera de procesar los fármacos y de eliminarlos, las dosis son completamente diferentes y los intervalos de tiempo entre cada dosis también varia según la edad.




jueves, 5 de mayo de 2011

Los niños y las mascotas


Hace algunos años, el Dr Escardó solía prescribir en una receta:"Un perro".


En el diccionario de la Real Academia Española, el término mascota, del francés mascotte, se define como “todo animal de compañía” sin especificar la espacie involucrada. Una mascota es un animal que responde a las necesidades individuales de cada uno. No existe una mascota ideal.

Los niños pueden establecer una relación muy positiva y afectuosa con un animal. Esta realción aumenta la autoestima, tiene efecto socializador y promueve el desarrollo del sentido de la responsabilidad. Se ha demostrado que tener una mascota facilita la relación con otros niños y muchas veces, con los padres.

La participación de una persona adulta en la planificación de las tareas y cuidados que requiere el animal es imprescindible para que la experiencia de crecer junto a una mascota sea constructiva y educativa.

Hay numerosos estudios que demuestran que niños con enfermedades crónicas y severas, como parálisis cerebral, autismo, síndrome de Down, esclerosis múltiple, enfermedades oncológicas, obtienen grandes beneficios en la interacción con animales: mejoran la destreza motora, la interacción verbal, aumentan la atención, diminuyen la ansiedad y los sentimientos de soledad y discriminación.

Elegir una mascota

Los perros, gatos, conejos, hamsters, canarios y peces pueden ser buenas mascotas para los niños. No hay estudios que relacionen la edad del niño con la mascota adecuada.

No se recomienda tener reptiles, anfibios, pollitos o patitos bebe como mascotas en las familias donde haya menores de 5 años.

Antes de los 3 años los niños con incapaces de cuidar una mascota, pero a partir de los 4 pueden dar de comer o beber a un animal que requiera poca atención, como un pececito o un hámster. También puede colaborar con el adulto en la limpieza de la jaula o pecera.

Los niños pueden ocuparse totalmete de una mascota entre los 6 y 8 años, cuando son capaces de asumir ciertas responsabilidades. No obstante, el responsable último de la mascota, es el adulto.

El cuidado de la mascota no debe convertirse en un elemento de discordia familiar.

Criterios para hacer una elección racional

Antes de adquirir una mascota en conveniente reflexionar sobre los siguientes puntos:

· ¿Por qué se quiere adoptar una mascota?

· ¿A quien está destinado el animalito?

· ¿Se tiene suficiente información sobre la especie elegida?

· ¿Si se compra un cachorro, que tamaño va a alcanzar de adulto?

· ¿El estilo de vida familiar es el adecuado para adoptar ese tipo de mascota?

· ¿Quién se ocupará todos los días de su mantenimiento y cuidado?

· ¿Quién cuidará la mascota en caso de viaje o en vacaciones?

Existen numerosas razas de perros y gatos, algunas están más de moda que otras. Es conveniente consultar al médico veterinario para decidir cual es la raza más apropiada para la convivencia.

Así como las personas tienen diferente personalidad y carácter, los perros también las tienen. La personalidad agresiva del animal tiene un importante componente genético, aunque su expresión final depende del tipo de aprendizaje y educación recibida.

Existen razas más agresivas, como el rottweiler, el doberman, chihuahuas,pastor alemán, pitbull y dogo argentino, que si se las educa pueden llegar a ser dóciles y buenos compañeros de juego para los niños. No obstante, por sus características innatas, NO se los recomienda como mascotas para menores de 3 años.

Los perros más recomendados para estar en familia son los de temperamento dócil, como labradores, pointer, collie, setter, pastor ingles, basset, beagle, golden y dálmatas.

Es posible determinar el temperamento de un cachorro por el test de Campbell, que se hace a los 2 meses de vida. Se evalúa a l perro en varias situaciones y se clasifican de 5 categorias: Dominante agresivo, Dominante, Equilibrado, Sumiso e Independiente. Los equilibrados y sumisos son los que pueden convivir con niños.

Convivir con la mascota en el hogar

Los perros son seres altamente sociales, que en estado salvaje actúan a partir de un rígido sistema social jerárquico. Existe un perro macho y una hembra dominantes que reafirman esta posición poniendo límites sobre los otros mediantes la agresión. A través de esto, los animales de menor jerarquía se someten a las reglas del grupo.

A diferencia de los perros, los gatos son de hábitos solitarios y cada animal decide que hacer con su vida en forma independiente.

En la jauría, durante los primeros 3 meses de vida, los cachorros se adaptan a las reglas y los adultos toleran su comportamiento molesto y a veces fastidioso. Pero cuando los cahcorros crecen y se convierten en un competidor capaz de alcanzar una jerarquía mayor, los adultos dejan de ser tolerantes y se imponen mediate la agresión.

El cachorro que se cria en una familia aprende a respetar al dominante, que es el que lo alimenta y le pone límites: puede ser un niño de 8 -10 años, un adolescente o un adulto. En la mayoría de las situaciones, los animales no son los únicos responsables de la agresión, ya que los dueños suelen estimular conductas agresivas sin darse cuenta.

Los perros toleran y soportan a los niños menores de 2-3 años en sus “muestras de afecto”: caricias bruscas, tirones de pelo, de cola, de orejas, ya que el animal lo vé como a cachorros de la manada. Pero cuando crecen, si no alcanzaron una jerarquía claramente superior, puede agredirlos. Los niños más pequeños son los menos agredidos por los perros, pero la severidad de las lesiones por la localización (cara y cuello) son mayores. Estos no interpretan las señales previas de agrsión (como gruñidos o ladridos) y no adoptan actitud de sumisión para calmarlos. Por el contrario, gritan o corren, lo que incentiva el acto agresivo.

Es importante que el animal siempre ocupe el orden jerarquico inferior en la familia. Cuando un animal tiene genética de comportamiento agresivo, si no se marcaron claramente los límites desde cachorro, es probable que de adulto intente dominar a los que percibe como inferiores.

Elegir una mascota y adoptarla es un acto de amor, que debe ser pensado y analizado previamente, con responsabilidad.